Alexandre Kalache
“La vida es un maratón y para llegar al final en buenas condiciones se necesita información y entrenamiento”.
Coincidiendo con la jornada «Claves para un envejecimiento activo y saludable: experiencias municipales de éxito», organizada por la FEMP, hablamos con Alexandre Kalache, referente mundial en envejecimiento activo. Es Presidente y fundador de la sección brasileña de la ILC (Internacional Longevity Center) y Director durante 13 años del departamento de la OMS “Envejecimiento y Ciclo de Vida”, donde en 2006 puso en marcha el proyecto Ciudades Amigables de las Personas Mayores. Ahora ejerce de Embajador Global del HelpAge International y como asesor principal de la Academia de Medicina de Nueva York.
La población envejece en todo el mundo y se concentra cada vez más en las ciudades… ¿Cómo analiza esta nueva realidad y hacia dónde cree que deben ir las políticas públicas?
Son los dos grandes retos que tenemos. El envejecimiento, un fenómeno clarísimo, por un lado, y por otro, el proceso de urbanización a nivel global. Por eso es necesario preparar las ciudades para una población que envejece de forma tan rápida. Y esto es complicado y complejo, porque hacen falta muchos cambios. Por ejemplo, hay muchas personas mayores que viven en el casco antiguo de las ciudades, en casas que no están adaptadas –sin ascensor por ejemplo- y que no se pueden modificar por una imposibilidad arquitectónica. Cambios que afectan también al transporte público, a la información, al acceso a la educación, la inclusión social, la movilidad… Son retos muy claros, sobre todo en países donde la población de personas mayores de 60 años crece continuamente y llega, o puede llegar, a porcentajes cercanos al 30% de la población, y cuando la mayoría vive en entornos urbanos.
¿Cómo define el término envejecimiento activo?
Es un proceso a lo largo del curso de la vida en el que deben optimizarse las oportunidades de salud, porque las personas quieren envejecer con salud, manteniendo su grado de independencia. Eso no significa ausencia de enfermedades, pero sí mantenerlas bajo control. Por tanto, cuanto más temprano comencemos a utilizar las oportunidades para la salud, mejor. Si uno empieza con estilos de vida y comportamientos saludables a los treinta años, mejor, aunque nunca es demasiado tarde.En segundo lugar, el conocimiento, el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Tan importante para un profesional como para el resto de la población. Todos podemos y debemos participar integralmente en la sociedad y eso se consigue a través del conocimiento.En tercer lugar, la participación. Eso muchas veces significa luchar por tus derechos. Puedes tener salud y conocimientos, pero te discriminan solamente porque eres considerado como muy viejo.Y por último, la seguridad y la protección. Si las cosas no van bien, es necesario que la sociedad como un todo te proteja, desde el sector público pero también desde el sector privado. Que tengas lo mínimo y lo mínimo es tener un techo, una mesa, un poco de dinero en el bolsillo para comprar medicamentos.Todo eso es lo que planteamos en el marco político de envejecimiento activo: optimizar las oportunidades, la salud, el conocimiento, el derecho de participación y seguridad y protección para envejecer.
¿Se puede afrontar ese reto, esos objetivos, en un mundo tan dispar y complejo como en el que vivimos?
Haciendo lo que estamos haciendo, aumentando la concienciación, hacer que las ONGs y la sociedad civil tengan una participación mayor en la discusión. Porque efectivamente, el contexto es muy complejo y el reto es muchísimo mayor. No hay más que tener en cuenta un aspecto muy importante: los países desarrollados, primero se enriquecieron para luego envejecer; sin embargo, ahora, países como Brasil y otros de América Latina y también en muchos países de Asia, están envejeciendo muy rápido sin los recursos del norte de Europa, Canadá o Japón, que sí los tienen para responder a ese proceso de envejecimiento. En Brasil, por ejemplo, se doblará la proporción de personas mayores, del 10% al 20%, en 19 años. En Francia, ese proceso duró 145 años. Es decir, de súbito tenemos una población mucho más envejecida en países donde todavía hay otros problemas básicos sin resolver, como infraestructuras o sanitarios, de educación e incluso de hambre. En España, la población de personas mayores ha envejecido relativamente bien; con la esperanza de vida más alta de toda Europa, pese a que no es el país más rico, los ingresos son más o menos suficientes y hay un sistema nacional de salud que atiende las necesidades básicas. Pero hay otros países donde la situación es muy crítica.
Hablando de España, ¿cuáles serían las prioridades que tendrían que establecerse?
En España hay una situación muy particular. Las personas que hoy son mayores vienen de un contexto sociocultural y económico muy distinto al que viven hoy. No estoy hablando de la crisis, porque en estos años los mayores tuvieron más recursos que muchas familias. Quiero decir que esas personas que hoy son mayores en España experimentaron pobreza en su niñez, con dificultades incluso para comer bien, pero hacían actividades físicas porque la sociedad no estaba muy desarrollada. Es una paradoja, porque eso les ha protegido a lo largo de las primeras décadas de vida y les ha prevenido de la obesidad que existe hoy en día, con los problemas de que eso conlleva de diabetes, hipertensión, de movilidad etc. Sin embargo, me preocupa saber si las tendencias de las últimas décadas en España, que lograron unas expectativas de vida muy altas, en parte gracias a esa “pobreza” económica, pueda llevar a una pérdida de la expectativa de vida y una incidencia más alta de enfermedades crónicas. Por ello, es necesario poner más atención y preparar a los adultos más jóvenes y a los niños, aumentando la conciencia de que su comportamiento puede originar una pérdida de salud.
¿Qué papel tiene que jugar los Gobiernos Locales para que ese modelo pueda seguir adelante?
La promoción de la salud y la prevención de las enfermedades constituyen el primer eje del envejecimiento activo y a la Administración Local le cabe reforzar la atención primaria. También le cabe a esta Administración buscar las oportunidades de salud y extenderlas, diseminar conocimientos a todos los niveles, es decir, el aprendizaje a lo largo de la vida y no sólo en la escuela. Antes, cuando la esperanza de vida estaba en los 45 años, la vida era como una carrera de cien metros que la corrías con toda la energía para llegar al final; hoy es un maratón y para estar bien al final de este maratón necesitas estrategias, entrenamiento, tener información, no solo de salud, sino cómo hacer para que esta longevidad esté acompañada de calidad de vida. Por tanto, el marco político del envejecimiento activo debe centrarse en un enfoque más amigable de las personas mayores en el entorno urbano de las ciudades, pero también en la universidad, en el turismo, en todos los niveles y sectores de la sociedad.
¿El envejecimiento activo es igual en la ciudad que en las zonas rurales?
El gran problema que diferencia a ambos es el acceso a los servicios. La ciudad permite que los servicios estén concentrados. En los pueblos hay mayor concentración de personas mayores porque los jóvenes se van de los pueblos, pero sin la misma posibilidad de acceso a esos servicios.
Y se envejece mejor en las zonas rurales…
Sí y no, porque tal vez tengan una dieta más adecuada con acceso a los productos locales, con menos contaminación y una actividad física más alta, pero la tendencia de la modernización en un país como España provoca, por ejemplo, el cierre de pequeños comercios, también en los pueblos. Las personas mayores son las que más lo sufren, porque si no tienen coche o no pueden conducir, no pueden acceder a otros puntos de venta más alejados.
Dígame cuáles son los criterios claves que deben tener los gobernantes para aplicar en sus políticas el modelo de envejecimiento activo
En primer lugar, reformar la solidaridad intergeneracional; en segundo lugar, que tengan en cuenta en sus políticas que las personas mayores tienen derechos, como disponer de las mismas posibilidades de acceso a la curación o a la rehabilitación, sin tener en cuenta la edad o por criterios de ahorro –“no merece la pena, porque es muy viejo”-; y lo mismo en educación. Después, que los gobiernos hagan un esfuerzo para que los jóvenes comprendan que lo mejor que te puede suceder es envejecer. Porque envejecer es la conquista más importante de este último siglo y, sin embargo, mucha gente sigue con una actitud muy negativa, como si envejecer fuera un fardo con el que la sociedad tiene que cargar. Y también que el sector público proporcione oportunidades para que las personas mayores sigan activas, participando de la sociedad en todos sus niveles, no solamente a través del empleo -porque para la Unión Europea el envejecimiento activo tiene que ser productivo (jubilaciones más tardías)-, sino también propiciando la inclusión social de los mayores, a través del voluntariado, por ejemplo.
Anime a los alcaldes a que se adhieran a la Red de Ciudades y Comunidades Amigables con las personas mayores…
En España, el movimiento está creciendo de forma continua y tenemos buenas experiencias en el País Vasco, sobre todo. La reunión del 15 de diciembre en Madrid es la oportunidad para que el sector público español se sume a este movimiento, que ya creció pero que tiene todavía un potencial mucho más alto.